miércoles, 7 de noviembre de 2012

Sobre las Teorías del Estado, algo de Soberanía




Como primera aproximación al concepto que entendemos por el Estado, podemos decir que, de manera breve, se puede concretar al Estado como la forma histórica de organización política o como la sociedad política que se encuentra organizada por excelencia. Es por ello, que  para algunos de los sectores de la ciencia política, el Estado y el conjunto de la comunidad política, organizada, lleva a unas ideas equivalentes y que todas estas organizaciones políticas tienen una serie de elementos comunes como es el territorio, su la población, un sistema de poderes, las correspondientes ideologías y un sistema de normas. 


Históricamente, estos elementos comunes conforman, individualmente, la estructura concreta, que no es el  por qué  característico que acabará por diferenciar unas de otras, sino que radicará, su diferencia, en como se hayan estructurados. Esto es, el Estado está configurado por una situación en el espacio y en el tiempo, con una estructura singular que se va a ir consolidando a partir de una sociedad europea occidental, dada entre los siglos XIII y XIV, como transición del feudalismo al capitalismo, concluyendo en un proceso que llega hasta el siglo XX. De la multiplicidad de poderes políticos, que se dan durante el feudalismo, a la progresiva unificación del poder político, que conduce, durante una larga transición, al capitalismo. Las monarquías absolutas, constituyeron la fase inicial del proceso de la organización de una manera estable, con la creación de este nuevo modelo de ente político, llamado Estado. Se define como una organización social que pasa por un proceso complejo con dos resultados que lo caracterizan; como es el deterioro y la progresiva desaparición del anterior modelo territorial y los cambios de ser del sistema político, que entró en una profunda crisis. Y por otro lado la aparición del nuevo modelo de Estado, consecuencia que  engendra de las primeras estructuras pre-estatales.


El Estado, es una de las formas de organización política que a lo largo de la historia se ha presentado como eje de la convivencia y el entendiendo entre las personas, formando u organizándose políticamente en cada una de las formas en que se han configurado en el poder político.

Este poder político, es lo que en muchas ocasiones, resulta difícil de distinguir de la política, de otras formas de poder y, desde sus orígenes griegos, se han dado múltiples definiciones en el intento de buscar criterios que lo diferenciaran de otros poderes sociales, referirlo a la actividad de gobierno en una comunidad, como gobierno del Estado.

El gobierno, o bien, gobernar, encarna mandar, también significa guiar o dirigir, persiguiendo la acción de regular las acciones de sus ciudadanos en materias sociales; evitando los conflictos sociales, y los posibles efectos destructores y disgregadores de un conflicto, en base a unas políticas.

Y la política, se asigna con el término que los griegos distinguían por aquello que pertenecía a la “polis” y lo político significaba lo opuesto a lo particular, personal o privado, y se refería a lo común a lo que a todos concernía, y se identificó con un característico tipo de ejecución del poder, el gobierno de la polis. (Aristóteles).

Volviendo al tema que nos atañe, debemos profundizando más sobre estas ideas, debemos hacer reseña histórica, para vislumbrar esta aparición, que se debe a una cierta distorsión de la composición de la Edad Media que por el propio desarrollo de los hechos que acontecieron, en la época, crea la necesidad de una estructura de sociedad que se encuentra fragmentada en pequeños territorios, lo que se hace inviable con el territorio y la población que se va incrementando, producido por las alianzas matrimoniales, uniones entre lideres, anexiones del territorio o militarmente. Esto lleva a la necesidad del cambio del anterior modelo que era personalizado y directo, y se persigue una transformación pausada y calmada  que acaba por destruir el modelo estructural político medieval. Crenado un modelo nuevo dónde brotan los primeros monarcas consecuencia de estos primitivos conatos de Estados.

Los elementos característicos del ente Estado, y que tras sucesivas etapas se irán produciendo, supondrá la unificación política y territorial de amplios espacios geográficos, así como la centralización del poder y de las organizaciones, de forma permanente en las actividades políticas, que se materializan en la burocracia, en un presupuesto y en  el ejercito. Seguidamente de un proceso teórico en base a la  construcción de la idea de Estado que justifique la del poder político soberano, como las doctrinas que tratan de soberanía. Todo esto en un  proceso de progresiva justificación del poder político formulado a través de la unificación del Derecho. Así nace la política del Estado Absoluto, que representa un notable avance como institución del sistema político como una organización de poder, que ya no será un poder de hecho, sino que se racionalizará por quien debe ejercerlo mediante las doctrinas de soberanía, mediante un por qué, de qué forma y cómo.

Provoca que emerjan una conformación ligada a una solución dada de los problemas que aparecieron con el crecimiento territorial y poblacional, causado además, por las transformaciones económico-sociales que se producían, por estas ampliaciones,  como los excedentes productivos de materias primas alimenticias (como cereales o frutas) o minerales (como hierro o cobre), dejando atrás la economía de subsistencia, en las que sólo producían los que se necesitaba, y  que se daba con anterioridad.

Llevando esto a la esfera de la vida colectiva que se había creado, se piensa en otro tipo de defensa del territorio que ahora conforma el nuevo Estado, evolucionando la organización militar que es requerida por las dimensiones, tanto territorial como de ciudadanía que se debe proteger, que abarca y se puede alcanzar.  Este origen del Estado, está ampliamente relacionado a las transformaciones históricas que se darán, que hacen necesario una restructuración de las plataformas organizativas. Y es, ésta necesidad de aunar y organizarse, la que legitima la instauración de la noción de Soberanía.    

Pero veamos la Soberanía como una idea genérica que se nutre del poder político concentrado en unos nuevos sujetos políticos, que conocemos como los primeros monarcas, que para conllevar la organización de un Estado necesita de las burocracias y el funcionariado.

Hay que situarse en 1576 cuando Jean Bodin publica “Los seis libros de la República” como base fundamental que analiza y describe el poder como organización política compleja, y el poder soberano que alienta las fuerzas de éste. Sobre las doctrinas que hablan de la soberanía, estas vienen a justificar y a legitimar, la situación del poder absoluto. Aunque en un principio, fue desarrollado por el italiano Nicolás Maquiavelo, el término de soberanía en sentido actual, proviene de Bodin, que va a acuñarlo como “el poder absoluto y perpetuo de una República”. Es una singularidad  del poder del Estado caracterizado por ser un ente superior, en el interior de un territorio y hacia unos ciudadanos, así como en el exterior, frente a otros Estados soberanos, como independiente, inalienable, imprescriptible e indivisible.

Estas cualidades de la soberanía requieren, para su realización como Estado, que se configure como titular de esta soberanía, como una única unidad y que, por consiguiente, requiera de esa unidad en los ámbitos donde se recree el poder absoluto. Además, necesita de un territorio único, con una población sobre la que proyecte el poder en el interno, y de ahí su independencia. Pero el poder del que hablamos, para su mantenimiento como poder absoluto sobre un territorio y una población, no puede ser arbitrario, por lo que precisa de una justificación, que resulta ser su articulación e integración dentro de un orden jurídico. Así pues, la soberanía va a significar aquel poder de legislar, ejecutar y juzgar sin el consentimiento de los súbditos en los confines de este territorio. En su libro, Bodin dice:

“La soberanía es el poder absoluto y perpetuo de la República (...). La soberanía no es limitada, ni en poder, ni en responsabilidad, ni en tiempo (...). es necesario que quienes son soberanos no estén de ningún modo sometidos al imperio de otro y puedan dar ley a los súbditos y anular o enmendar las leyes inútiles (...). Dado que, después de Dios, nada hay mayor sobre la tierra que los príncipes soberanos, instituidos por Él como sus lugartenientes para mandar a los demás hombres, es preciso prestar atención a su condición para, así, respetar y reverenciar su majestad con la sumisión debida, y pensar y hablar de ellos dignamente, ya que quien menosprecia a su príncipe soberano menosprecia a Dios, del cual es su imagen sobre la tierra.”

Analizando estos fragmentos de la obra de Bodin, que sugiere una perspectiva de Soberanía más clara y ya no tan abstracta, presenta la idea de un dirigente que sólo rendirá cuentas a Dios, pues es le da un poder bastante contúndete para poder estriar leyes, dándoles ese poder divino que le va a rodear de su pueblo, que le adorará casi como al mismo Dios, pues el príncipe lo “encarna.” Le otorga un poder ilimitado al nuevo poder soberano.

En otros aspectos podemos ver el contraste entre Soberanía, como la sustancia que le otorga su esencia al Estado, y las formas de gobierno, como expresiones particulares de organización de la Soberanía como una unidad. Se habla de la Soberanía que se dirige a sus miembros, internamente, y que posteriormente también se dirigirá hacia otros Estados, hacia ese exterior de manera independiente.

Pero comparando a Jean Bodin con otro autor que también pretende dar explicación sobre esta Soberanía en su Leviatán, como es Thomas Hobbes, podemos vislumbrar más allá de la anterior teoría.

 Es en 1651 cunado se publica esta obra, que anuncia que la Soberanía como la legitimación de los miembros de la comunidad, los habitantes, a los que pertenece y ya no al Príncipe. Aquí  la consideración del Estado, como persona jurídica, no puede destruir del proceso histórico que se ha construido al Estado como el ente y ordenamiento jurídico-político, de las doctrinas sobre la soberanía o acerca de las teorías que hablan sobre la unidad y supremacía del Estado, junto con la teoría del Estado de Derecho. (Hobbes)

“Qué es el acto de instituir un Estado. Dícese que un Estado ha sido instituido cuando una multitud de hombres convienen y pactan, cada uno con cada uno, que a un cierto hombre o asamblea de hombres se le otorgará, por mayoría, el derecho de representar a la persona de todos (es decir, de ser su representante).Cada uno de ellos, tanto los que han votado en pro como los que han votado en contra, debe autorizar todas las acciones y juicios de ese hombre o asamblea de hombres, lo mismo que si fueran suyos propios, al objeto de vivir apaciblemente entre sí y ser protegidos contra otros hombres. Las consecuencias de esa institución. De esta institución de un Estado derivan todos los derechos y facultades de aquel o de aquellos a quienes se confiere el poder soberano por el consentimiento del pueblo reunido.(…) los derechos que constituyen la esencia de la soberanía, y son los signos por los cuales un hombre puede discernir en qué hombres o asamblea de hombres está situada y reside el poder soberano. Son estos derechos, ciertamente, incomunicables e inseparables.”

Desprende el derecho de usar el poder según su criterio de cada individuo, pues el poder soberano es tan grande como puedan imaginar los hombres, ya que carece de límite, pero podrá renunciar a esa libertad y ese poder  para cederlos a un ente político que regenta el Estado. Es decir, ese derecho se transforma mediante la formula del pacto, que conforma la nueva forma soberana. La unidad de la multitud de los individuos para la consecución de un fin común, como nueva autoridad soberana que persigue la seguridad, la defensa común y la paz entre sus habitantes y que ellos se comprometen a acatar.

Siguiendo en la línea histórica, es tras la Revolución Francesa cuando la Soberanía se transforma radicalmente, ya que hará el traspaso de poder al pueblo, los ya ciudadanos sentirán ese cambio profundo del modelo de Estado Liberal, el de la Soberanía Popular. Aquí se pacta ceder su Soberanía, la de cada ciudadano, a un ente (como puede ser el Parlamento o la Asamblea Popular). Y aparece otra peculiaridad de la soberanía, su proyección al exterior.

La Soberanía interna funciona entre la equidad de los derechos de los ciudadanos; mientras que la que se forja hacia el exterior, ha provocado la expansión colonial o los grandes conflictos bélicos, aunque también experiencias positivas que más tarde entraran en crisis. Sólo después de la Segunda Guerra Mundial se vio la necesidad de crear nuevos organismos  supranacionales que conduzcan a la supervivencia de los Estados y de sus ciudadanos, con unas características de intereses globales. 

Se entiende como concepto actual, que se tiene acerca de soberanía de un Estado, como el poder supremo en el orden interno e independiente hacia el exterior. Consentido de una potestad sobre las decisiones últimas y efectivas que se manifiestan como el poder supremo interno, que dota al Estado de un orden jurídico-político y lo consolida mediante constituciones que se vinculan a la idea de soberanía a la del poder constituyente. Es, como poder supremo externo, el que participa en igualdad de condiciones jurídica, en un orden Internacional, frente a otros Estados, y por ellos se vincula a la representación de carácter internacional, ya sean acuerdos internacionales, Tratados internacionales, hacer la guerra o firmar la paz.

Dentro de los sistemas democráticos, se puede identificar al pueblo, y a la nación, como los titulares de la soberanía. Es una fuente de legitimación de todo el sistema soberano, que implica un sufragio (universal), entre otras formas de participación  y pluralismo, que van a vincular a los poderes del estado con la ciudadanía y su voluntad.

Según la Constitución Española de 1978, se transmite el concepto de soberanía en el Estado liberal democrático, señalando como sujeto de la soberanía al pueblo o nación, y formula la doctrina y la realidad de la división de poderes. 

Art. 1.2 “La soberanía nacional reside en el pueblo español del que emanan los poderes del Estado” (Constitución Española de 1978).

 Pero ese poder constituyente, del que hablábamos, se sitúa mucho antes de 1978, (en España se produjo por primera vez en 1812) en un contexto histórico-político, de finales del siglo XVIII, con dos primeros promotores, como son el de Estados Unido de América y el francés. Referente al proceso norteamericano, este proceso constituyente, se produce con la Constitución Federal de 1787, lo que supone la aceptación del pacto entre el pueblo bajo una norma con la que todos estaban sometidos. Con la consecuencia de la creación del Estados Federal. Dos años después, en Francia aparece un Estado estructurado de una manera sólida, que lo configurara según las nuevas filosofías políticas que abarcan el moderno concepto de Nación. Entendiendo la Nación como la función jurídico-política de representación colectiva, en el que el poder constituyente es la Nación que, constituye el Estado con el que se identifica, mediante una Constitución.

Esta situación nos lleva a nuestros días, de un mundo de la globalización, que ha puesto en duda el orden Estatal, ya sea en su declive interno o externo. La globalización  es la crisis de la soberanía, que cuestiona la idea de un orden internacional. Como es el caso de los Estados que conforman la Unión Europea que fueron cediendo soberanía para poder conformarla. Pero hoy aparecen amenazas al Estados, como la crisis en la Unión Europea o la aparición de Estados emergentes con políticas que emplean directrices u ordenes que quedan al margen del Derecho Internacional, lo que produce inestabilidades mundiales que repercuten en los ciudadanos. Las transformaciones que se han dado, debido a la inserción de los Estados Europeos en entes supraestatales como es la Unión Europea o las transformaciones constitucionales, que se han producido en los Estados de Hispanoamérica, muchas de ellas marcados por largos períodos de dictaduras militares, han marcado mucho estas tendencias de soberanía hacia el exterior.

Pero es que se pueden observar, diferentes modelos organizativos en el mundo contemporáneo, pudiendo resaltar la globalización como la mundialización de la política, buscando materias que han llevado a un  mercado internacional, la mejora de las comunicaciones, tendencias sociales y culturales más respetuosas con los ciudadanos y con el Medio Ambiente, creación de entidades financieras (BM) que permite la financiaciones de proyectos enriquecedores para todos, etc.

 En estos entes supranacionales, aparecen las características económicas, políticas y militares, pertenecientes a los dos bloques (capitalista y socialista) y como consecuencia de ello, aparece la existencia de un tercer mundo, con a la hegemonía de los EEUU como nuevo imperialismo y otros Estados emergentes como Brasil, Rusia, India y China (conocidos como los BRIC), la Unión Europea (UE), la Organización de Estados Americanos (OEA), Mercosur y otros entes similares. Esto puede desprender secuelas torcidas económico-laborales, grandes migraciones inesperadas, disminución del PIB, mayor desempleo, aparición de movimientos políticos radicales, políticas de intenciones con falsos hechos, etc.

Con todo ello se percibe el resurgimiento de fundamentalismos religiosos, con consecuencias negativas, que son las que preocupa, como las guerras tribales o terrorismo internacional. Todo ello formula una profunda crisis, como es el caso del papel decisorio de la Organización de Naciones Unidas (ONU) hoy en día.


Todas estas reseñas a la supervivencia de ámbitos de desigualdad y pobreza aparecen en esta globalización.


BIBLIOGRAFIA


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