Hablar del buen
gobierno nos lleva a la idea de aquel sistema
en el que pretende asimilar un rasgo característico como es la transparencia
por bandera, por lo que la corrupción se persigue que sea inexistente (o mínima),
durante los procesos de toma de decisiones en los que se tiene un cuenta a las minorías
y sus peticiones, que se puedan dar, incluyendo y escuchando a los más
desfavorecidos. Esta transparencia se refleja en las decisiones que se toman o
se realizan de tal forma que siga estrechamente el camino marcado por las leyes
y normas establecidas, dentro de una legalidad como esa justicia aplicada de
forma imparcial. Ello, significa que la información y publicidad, como
complemento de las normas, sea más que suficiente, fácil de entender y se
intente que llegue al máximo número de receptores posibles. Además debe
trabajar por todos y cada uno de los miembros que componen la sociedad. No se puede hablar del buen gobierno si no se
trabajan las necesidades que les atañen a los ciudadanos y a la sociedad, tanto
si lo son necesidades presentes como las futuras, utilizando como herramientas
una protección total sobre los Derechos Humanos, mediante la imparcialidad de
un poder judicial independiente y una incorruptibilidad de la fuerza política.
Podemos
caracterizar, al buen gobierno cuando a éste, se le atribuyan otros indicadores
como el de la participación igualitaria referidos al género, (contando tanto
con hombres como con mujeres) como logro del sufragio universal, además,
mediante una participación directa, o la que se pueda hacer mediante
intermediarios, o instituciones o representantes legítimos para ello. Otro
indicador lo compone la responsabilidad que el buen gobierno asume, para que
las instituciones o sistemas, puedan funcionar dentro del compromiso adquirido hacia la ciudadanía de
una determinado Estado.
Para que funcione con el apelativo de
bueno, este gobierno debe poner en marcha la búsqueda del conceso, pues muchos
son los puntos de vista que pueden darse, y esta mediación entran a contar las
partes interesadas de su sociedad y el gobierno, como esa clave para entenderse y llevar a término los
proyectos perseguidos. Siempre, se debe tener en cuenta las perspectivas
amplias sobre las necesidades del desarrollo humano, como sostenible y como
llevarlo a cabo. Entendido que se llega al final del camino mediante la
comprensión y el entendimiento, en el marco de las tradiciones, de la historia,
que se producen en cualquiera de los contextos sociales de un núcleo
poblacional concreto. Pues por ello de la necesidad de escuchar a todos,
incluso a los menos favorecidos, buscando siempre el bienestar social.
Estamos hablando de un buen gobierno que aplica la
eficacia y la eficiencia como procedimientos en sus instituciones que buscan
resultados que repercutan en la sociedad, administrando los recursos de los que
se dispone de la mejor manera posible. En torno a una sensibilidad en los entes
gubernamentales y entre la sociedad o el sector privado, respecto a las
necesidades ciudadanas en las que se actuarán en busca de las decisiones o
acciones sensibles hacia los afectados.
Queremos que por medio de la gobernanza se consiga
“una de las cumbres” de ese buen gobierno, pues se incluye el reforzamiento en
materias tales como la economía, que parte de una estabilidad y crecimiento
mediante nuevos instrumentos para la reducción de los desequilibrios económicos
y presupuestarios por medio de mediadas de apoyo que dependan de las aplicaciones
de programas fiscales y que formules y apliquen profundas reformas, mejorando
con creces, la economía del territorio.
No podemos olvida, y remarcamos, que la gobernanza,
va a ser la regidora de las normas que atañen el cómo llegar a la ubicación de
una responsabilidad, una coherencia, una apertura, y una participación
ciudadana, como rasgo a destacar. Y es por ello, que desde la perspectiva europea,
en El Libro Blanco sobre la Gobernaza Europea, va a
establecer como uno de los principios básicos del buen gobierno
esa ya menciona participación, matizada por la calidad, la eficacia y la
pertinencia mediante la aplicación de las políticas de la Unión, dónde se van a
enlazar una participación de los ciudadanos con las partes que van a repercutir
a la hora de tomar daciones que sean de aplicación
de las políticas que se adopten, llegando así el Estado social que repercute
idóneamente al ciudadano.
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